No sé tú, pero yo, a veces, siento un vértigo terrible hacia el ahora, hacia el presente. Ese momento en el que creías tener todo bajo control, todo en orden, todo, aparentemente, en su sitio. Ese momento en el que algo, llámalo destino o…vida, te pega un revés que te hace perder ese equilibrio que presumías dominar. Es entonces, cuando te das cuenta, casi por casualidad y de repente, que la vida sigue su ritmo maratoniano ajena a esos giros inesperados, ajena a sucesos y episodios personales, ajena al ahora, al presente más íntimo de cada uno. Son sucesos que necesitarían más tiempo del que ella, la vida, quiere concederles. Son sucesos que requieren de un paréntesis para poder digerir de una forma más o menos elegante y correcta todo lo que ha acontecido sin previo aviso.
No sé si me explico, pero es que cuando ocurre algo importante que no estaba en nuestra lista ni en el orden del día, da igual lo que sea, hace que sientas la necesidad casi imperiosa de parar, de recapacitar, de respirar más despacio, sólo un poco más despacio. Necesitas echar el freno de mano y contemplar a través del cristal lo que la vida te tiene preparado a la vuelta de la esquina. A veces son cosas bonitas y otras no lo son del todo. Ese giro por sorpresa hace que tengamos que recomponernos y empezar a buscar las piezas del puzzle que faltaban. Pero esa recomposición – creo yo – requiere de un periodo de adaptación, de un periodo de aceptación.
Y es que hay circunstancias que hacen temblar tus propios cimientos, te desestabilizan, te zarandean, te aturden. Una especie de mareo constante sin biodramina al lado para calmarlo.
Creo entender, ahora, que este tipo de cosas son sólo una parte de las reglas de todo esto del juego de la vida.
Creo entender, ahora, que hay veces que dar ese pasito hacia atrás es necesario para poder dar dos al frente sin miedo a nada.
¿Me entiendes ahora?
A pesar de todo, sigo sin asumir ciertas cosas. Muchas. De hecho, hay algunas que me niego a hacerlo. Que lo entiendan otros, que yo no puedo. Tampoco puedo controlar todo lo que me gustaría. Hay puntos, detalles y notas que no debí leer bien. Esa letra pequeña que, en ocasiones, hace replantearte todo. Volver la vista atrás y ver que todo lo importante sigue – y seguirá – ahí, sólo que ahora debes cambiar ciertos puntos de vista. Matices que harán que todo lo que venga sea infinitamente mejor.
Hay momentos, hechos, que hacen que la escala de valores que aprendiste – o eso creías -en su día se reorganice a medida que pasas pruebas. Tus prioridades cambian de la noche a la mañana, tus gustos ya no son los que eran… lo primero de ayer es lo penúltimo de mañana. Y así, con -casi – todo.
Por eso, que sea tan necesario a veces parar, mirar a un lado, también al otro. Respirar. Cerrar los ojos. Y empezar a caminar. O, mejor dicho, seguir caminando. Esta vez con paso firme y decidido, con la lección de la vida bien memorizada, sabiendo lo que sí y lo que, probablemente, no. Porque la vida sigue con sus puertas abiertas de par en par, la vida no para, la vida es eso que está ahí fuera…y es nuestra.
Y hasta aquí mi reflexión de un domingo cualquiera. La historia de un jueves que quería ser lunes. El trago amargo que hace que más adelante saborees las cosas de otra manera. La hoja llena de tachones y frases inconexas que nunca debieron ver la luz.
Al final, no es más que la necesidad de todo ser humano de querer que pasen cosas, a toda velocidad, sin darnos cuenta que, en la mayoría de las ocasiones, las cosas pasan cuando tienen que pasar, no cuando nosotros deseamos.
Supongo que la vida tiene sus caprichos, tiene sus propios planes…
Pero no me tomen demasiado en serio. Ya saben que yo quiero hablar de cosas bonitas pero, de vez en cuando, me entra mi vena intensa y necesito darle a la tecla sin mucho orden ni control. No era más que eso. Una tarde de reflexión, de pensamientos entrelazados. Nada que no pueda arreglarse. Nada que no esté arreglado hoy. Recompuesto. Con solución. Con planes. De esos muchos. Nada que unas risas y un paseo con la mejor compañía no pueda solucionar. Nada que la canción adecuada en el momento adecuado te haga ver lo importante, lo realmente importante. Eso que dice que lo mejor, siempre, está por venir.
Que nada nos detenga. Y nada lo hará.
CdQ
Y después te das cuenta que no era para tanto, y se te dibuja una sonrisa maravillosa y ya está.
Otra lección aprendida……o no……
Escribes muy bonito.
Gracias
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Me gusta pensar que todo pasa y todo llega, ¿no crees?
Muchas gracias por el comentario,
Un saludo
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“-Y, ¿qué pasó entonces?
-Lo que siempre pasa: la vida”
🙂
Ese día copié un trocito de un libro de Ángeles Mastretta que seguro que te gusta y que por algún motivo me ha recordado: https://thereddoorsblog.wordpress.com/2015/10/29/oh-happy-tears/ (justo al final, final).
Un placer leerte, respirar, pararse a mirar y dar gracias y coger perspectiva, claro que sí.
¡Un abrazo grande y buena semana!
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Te robo este trocito:”Que hay lágrimas que se lloran a gusto, que tropezar no es malo, sino señal de que caminamos, y que todo pasa, todo llega, incluso los días más reguleros.”
¡Gracias por estar al otro lado Blanca!
¡Un abrazo!
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Que nada ni nadie te detenga de seguir escribiendo y de ponerte intensa las veces que los sientas necesario.
Un beso y gracias por esta bonita reflexión.
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Ay amiga, es que la vida tal cual la acabas de describir, con sus giros, con sus recovecos, con sus sorpresas, un tranvía que no para, pero que siempre nos deja subir. Me encantan tus reflexiones. Un besazo.
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¡Y a mi me encanta tenerte por aquí! Al final de todo se puede sacar algo positivo, de todo se aprende ¿verdad?
Un beso enorme Irache, que tengas un buen día
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Me recuerda mucho a aquella frase que leí un día que decía algo así como ; “cuando crees que conoces todas las respuestas viene la vida y te cambia las preguntas”.
Lo grandioso de ese momento una vez que vences la agitación y el miedo que viene inherente a todo cambio de estado, es que te das cuenta de que estás de nuevo en la línea de salida de la siguiente etapa de tu carrera particular.
Un abrazo y continúa creciendo
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Me gusta pensar que de todo se aprende y que todo, absolutamente todo, pasa por algo (aunque al principio no entendamos nada)
Gracias por el comentario Fer
Un abrazo
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